Flor de la “Flor de la Canela”

Compositora María Isabel Granda y Larco (Lima 1920- Miami, 1983), más conocida como Chabuca Granda.
Por César Lévano

El Ministerio de Cultura declaró ayer Patrimonio Cultural de la Nación la obra musical de Chabuca Granda. Es un reconocimiento acertado, que debiera ser preludio a otros galardones. Por ejemplo a Alicia Maguiña, Manuel Acosta Ojeda y Carlos Hayre.

Hace algo así como veinte años asistí en La Habana a una reunión de periodistas de América Latina y el Caribe. Una medianoche hubo una invitación inesperada a una joven pianista mulata. Sin programación previa, ella interpretó canciones de todos los países de nuestra región. “La cumparsita”, por ejemplo, pero me asombró la versión de “La Flor de la Canela”.

Hace pocos años, en una reunión con artistas populares de Lima, un cantor contó que él había asistido al nacimiento del famoso vals. “Fue”, dijo, “en una jarana en la plaza Dos de Mayo. Mirando desde un balcón, en la madrugada, Chabuca entonó su canción”.

Sabido es que Chabuca, de origen social acomodado, incursionó desde temprano en el canto. Si la memoria no me falla, Charo Gibson cantó en La Cabaña, junto con Pilar Mujica Álvarez Calderón y Mercedes Gibson, otra hermana de Doris, rancheras y música de jazz.

Era un grupo de mujeres jóvenes, bellas y aristocráticas que rompían prejuicios y protocolos. En esa falange audaz participaba también Carmen Pizarro, la última amada de Alfonso de Silva, el gran músico y fraterno amigo de César Vallejo. Doris y Carmen Pizarro eran asiduas de la Escuela de Bellas Artes, entonces dirigida por José Sabogal.

La incorporación de Chabuca a la jarana popular de Lima está marcada por su colaboración estrecha con guitarristas y cantantes. Mítica es la legión de guitarristas que la acompañó: Óscar Avilés, Lucho González, Félix Casaverde. También contó con los percusionistas Carlos “Cairo” Soto y el precoz Eusebio Sirio “Pititi”. Este último murió muy joven. Yo lo había conocido en una jarana en mi casa, en la que deslumbró a Alicia Maguiña. Entre quienes dieron voz a sus canciones figuran Los Chamas, Los Troveros Criollos y Los Morochucos.

Chabuca asimiló síncopas de la música negra. Ejemplar es la rítmica de su versión de “La Flor de la Canela”. El canto se lo había inspirado la morena lavandera bajopontina Victoria Angulo Castillo.

Chabuca supo escuchar las voces de abajo, y la de los poetas, entre ellos Javier Heraud, a quien conoció gracias a César Calvo, cálido amigo de Javier.

Diario Uno, 12 de enero de 2017.

Tags from the story
,
Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *