Por César Lévano
Hace pocos días, renuncié al cargo de director del diario UNO. No por falta de salud, como por ahí andan diciendo, sino por falta de pagos durante meses.
De inmediato, con compañeros de redacción y de dolor, decidimos crear un nuevo diario, con mucha voluntad y poco dinero.
Los participantes de esta aventura son jóvenes. Yo aporto una experiencia de más de 70 años, todo lo cual me da la esperanza de que saldremos adelante, con la ayuda de usted, amigo lector.
Hace once años renuncié a mi cargo de editor asociado de Caretas para emprender la dirección de La Primera, diario en agonía.
Cuando asumí el timón de La Primera, prometí que este sería un diario amazónico, agrarista, amigo de las organizaciones obreras y campesinas, defensor de los empresarios nacionales y nacionalistas, partidario de una política exterior de soberanía e independencia, de unidad latinoamericana, es decir, contrario a la política neocolonial descarada que hoy encarna Donald Trump, y que José Martí definió como “el norte revuelto y brutal que nos desprecia”.
En esa primera columna, del 3 de julio del 2007, expresamos:
Dejamos a otros el triste privilegio de callar cuando la corrupción se reinstala en las alturas, y el abuso y la sobreexplotación –así como las sobreutilidades— se enseñorean.
Hemos sido leales a nuestros principios y nuestras promesas. Nuestros lectores podrán tasar ahora lo que eso nos ha costado. Pero estamos contentos de habernos diferenciado así de la casta podrida que nos gobierna.
Dos éxitos de Perfil
La aparición de nuestro semanario ha tenido dos logros notables: la aceptación de nuestros lectores, que nos ha valido una copiosa correspondencia, y el boicot de algunos vendedores de periódicos azuzados por el Apra e inesperados cómplices de ésta.
En la esquina de mi casa, la excusa fue: “no ha salido”, en un quiosco de la avenida Amancaes el pretexto fue: “Todavía no ha salido”, pero en la cuadra 7 de la avenida Alcazar se exhibió, se vendió y se agotó.
Una de las palancas del boicot han sido los transportistas de la distribución, cuya arma es el chantaje: “si vendes ese diario, no te entregamos los demás periódicos”.
Tenemos una investigación en marcha, y vamos a recurrir a las organizaciones defensoras del periodismo. En el ínterin vamos a seguir creciendo y opinando libremente, combativamente, con razón.
Un sector social que en mayor cantidad nos ha aceptado revela el interés de los economistas, por el texto de Robert Reich sobre la crisis económica que amenaza a Estados Unidos. Hay adelantos de la repercusión de una catástrofe. Europa Occidental y China sufren la acometida del imperio y de su presidente Donald Trump.
En el país del mercado libre, Alemania, los agricultores están reclamando subsidio estatal, debido a la sequía que los azota, el conjuro de una ola de calor la más alta en siglos. Trump no quiere enfrentar el cambio climático, pero en California hay incendios gigantescos inextinguibles, mientras ardientes manifestaciones marchan en todo el mundo exigiendo un cambio de fondo en la política climática.
La historia se repite. Hace cinco años, un Sindicato de Vendedores de Periódicos y Revistas de Buenos Aires dispuso el boicot a una publicación. De inmediato la Asociación de Editores de diarios y revistas de Buenos Aires se pronunció:
“Cuando se impide la llegada de los periódicos a los lectores se está vulnerando gravemente la libertad de expresión, de prensa y de comercio, el derecho a la información y la posibilidad de los integrantes de nuestra comunidad de acceder a las publicaciones de su preferencia, afectando el sistema republicano y la democracia misma”.
Publicados el 9 y 10 de diciembre en el diario Perfil