Por César Lévano
Aburrido de la zarzuela bufa de la politiquería, consagro esta columna a un gran músico peruano.
Hace unos días estuvo en Lima Lucho Neves, ese gran músico peruano que ha impuesto su talento de pianista, arreglista y director en Buenos Aires, Ciudad de México, Nueva York, Río de Janeiro y ciudades de Europa y Asia. Gracias a iniciativa del gran guitarrista Renzo Gil pude charlar con el maestro sobre una constelación de aventuras musicales en la que brillan sus encuentros con Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Homero Manzi. Resaltó también su admiración y respeto por Manuel Acosta.
Neves nació en Arequipa, en 1936, en un hogar de músicos donde se tocaba piano y violín. A los 12 años obtuvo una beca para la Escuela Regional de Música. Eso no interrumpió sus estudios formales. Es odontólogo de profesión.
En Buenos Aires inició, muy joven, su ascenso artístico. En la conversa recordó sus primeros años en la ciudad de Carlos Gardel. Se alojó allá en una modesta pensión para estudiantes, en la calle Sarmiento 1819. Da la casualidad de que ahí vivió también el joven Astor Piazzolla, quien había sido ya primer cello de la orquesta de Arturo Toscanini. Evocó Neves en la charla que una noche, fascinado por la música que Piazzolla y amigos hacían en el cuarto de este, entreabrió la puerta. Piazzolla, recuerda, le arrojó un zapatillazo. Después se hicieron amigos.
Piazzolla era artista de vastos horizontes. Estudioso de Mozart, Brahms, Chopin, Stravinski, Alberto Speratti le acoge esta declaración en el libro Con Piazzolla.
“Yo hago lo que siento, no puedo traicionarme, no puedo entrar en poses. Así leí ‘Para vivir un gran amor’, el libro de Vinicius, que me pareció encantador. Una época me la agarré con Miguel Hernández, porque poesía es lo que más me gusta leer. También Lorca, Vallejo, los clásicos de este siglo. Me encantan los poemas, lo demás cada vez me interesa menos, salvo biografías de músicos, que te diré que es lo que más he leído. Soy incapaz de leer una novela.”
Cuando pregunté a Neves sobre su opinión respecto a la idea de que Piazzolla deforma el tango, me dijo: “No deforma el tango. Amplía su espacio musical”.
En la evocación de los años 50 en Buenos Aires desfilan personajes como Homero Manzi, el autor de “Malena” y “Milonga sentimental” y del guitarrista Eduardo Falú, de Atahualpa Yupanqui, a quien conoció en Arequipa. En esa etapa Neves descollaba como pianista de jazz y llegó a abrir un night-club. Una vez remplazó a Tony Flanagan en la orquesta de Dizzy Gillespie.
En un momento en que él precisó que hay yaravíes en tono mayor, recordé que hace treinta años, en entrevista con el maestro mistiano Teodoro Núñez Ureta, dije a este: “el yaraví es arequipeño desde antes de Mariano Melgar, pero hoy en Arequipa solo lo interpretan grupos y maestros aislados.”
El comentario del pintor y escritor fue: “Cuando quieren conquistar a un pueblo, lo primero que hacen es robarle el alma”.
Neves exclamó: “¡eso es cierto!”.
Publicado en Diario Uno, 18 de marzo de 2018.