Por César Lévano
Yo seguía dando clases en lo que es el auditorio en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. Tenía 124 alumnos cuando apareció un grupo de gente pro senderista. Entraron a mi clase y me dijeron para dirigirse a mis alumnos y yo, en voz alta, les dije que no. “Ustedes son un grupo intolerante y yo no quiero ser tolerante con ustedes”. Los alumnos también gritaron “¡fuera!” y los botaron. Entonces me amenazaron de muerte.
Habían dos guerras sucias: la guerra sucia de Sendero y la de las fuerzas armadas, ambos métodos inhumanos. Fue una época increíble. Los gobiernos aprovecharon para perseguir a los estudiantes de San Marcos. Antes de llegar a la altura de San Marcos, los militares detenían los ómnibus, hacían bajar a todos, y a los alumnos de San Marcos los detenían, y si tenían libros de Mariátegui, eran senderistas. Eso infundió un miedo duradero; los muchachos comenzaron a despolitizarse porque, claro, nadie quería ser detenido.
El texto y la fotografía forman parte de la muestra permanente del Lugar de la Memoria sobre la guerra interna contra la subversión que sufrió el Perú en las últimas dos décadas del siglo XX.